A menudo los esguinces de tobillo son tan leves que no nos impiden realizar las actividades de la vida diaria y no acudimos al fisioterapeuta para tratarlos.
Cuando nos hacemos un esguince se elongan los ligamentos del tobillo. En los ligamentos hay unos receptores propioceptivos que captan e informan de la posición y el movimiento de nuestro pie, de manera que cuando el pie se queda en una posición peligrosa (ej: está a punto de torcerse al bajar un bordillo), estos receptores informan y se propician ajustes posturales que hacen que el pie cambie rápidamente de posición para no lesionarse.
En un esguince de tobillo, por leve que sea, estos receptores dejan de funcionar bien y es necesario «entrenarlos» haciendo ejercicios de propiocepción, primero de pie sobre el suelo y conforme vayamos avanzando aumentaremos la dificultad con planos inestables como colchonetas, bosus, mini-camas elásticas…
Como ves, los esguinces de tobillo que no se tratan pueden dar problemas en el futuro, aunque a priori nos parezca que son «una simple torcedura que ya se ha curado sola» y los fisioterapeutas y osteópatas tenemos las herramientas para ayudarte a evitarlos.